La Única Enseñanza

PRIMERO, trata a tu Alma en tu interior como quieras que Dios te trate a ti dentro de Sí Mismo, cuidándola como a un niño en el regazo de su madre, confortándola con lo que la alegra, alimentándola con lo que le es beneficioso y apartándola hasta de la apariencia del mal. Y, LUEGO, trata a los hombres que Dios pone en tu camino como quieras que Dios te trate a ti incluso cuando tú también te descuidas y te alejas de Él, con independencia de cómo ellos te traten a ti y a Dios dentro y fuera de sí mismos. Porque en Él vivimos, nos movemos y existimos, y tu Alma, que es fracción indivisible de Dios, crece o mengua en ti según sea confortada y alimentada o perturbada y desnutrida, como origen de la Realidad que nos envuelve a cada uno de nosotros dentro de la Única Gran Unidad en la que conviven el Espíritu Santo e Inmutable de lo eternamente eterno y el siempre mutable de lo eternamente perecedero. Y, aunque Dios hace salir el sol y la lluvia derramando Sus Bendiciones sobre todos por igu...